Desvanecimiento*de los límites**
Por Indiana TamarezNov. 2017
Desde
agosto de este año, traigo este artículo “atravesado
en la garganta”... he querido gritarlo, comentarlo, publicarlo y hasta
ahora saco el espacio para poner en orden las palabras de indignación e
impotencia, pero, ha sido increíble que, en la medida en que lo hemos ido
posponiendo, se hayan sumado mucho más hechos que alimenten estas líneas,
lamentablemente, para brindarnos muchas más razones de escribir nuestro
parecer.
Desde
hace unos años en la República Dominicana hemos ido viendo un despreciable
incremento de abusos, asesinatos, violaciones, secuestros y más en contra las
mujeres. Pena de que este año, la cosa se ha tornado gris y peligrosa hacia las
más jóvenes. Sólo leer los últimos casos, nos alerta sobre las degradantes
conductas que exhiben y la clase de ser humano en que se han ido convirtiendo
los abusadores, cuyos actos son cada vez más violentos, salvajes y descarnados sus
delitos, a pesar de ser “allegados” a las víctimas.
Las
madres dominicanas estamos espantadas, asustadas, temerosas, nerviosas,
aterradas, acobardadas, de que alguna de estas situaciones pueda llegar, Dios
no lo quiera, a nuestras casas. He leído innumerables análisis, comentarios y
propuestas sobre esta realidad. Cada una con su poco de razón, miles de
opiniones sin que nada pase a ser una intención real y cierta de solución. Para
todos, esto es lo más penoso, que nadie parece preocuparse por cuál será la
solución.
Algunas
de las opiniones giran en torno al fondo, otras en torno a la forma…algunas de
esas teorías tratan de identificar culpables…y creo fielmente que nadie se
escapa de culpabilidad, si hacemos un sincero ejercicio de estudio sobre
nuestra realidad social; si hemos de buscar culpables, habrá que reconocer que,
por muchos años, todos nos hemos quedado indiferentes ante el “Desvanecimiento
de los Límites” en la sociedad dominicana.
Muchos
saben que el hecho de que la vida se haya tornado tan cara, el derecho e interés
de desarrollo de las mujeres, y los cambios socioeconómicos que hemos vivido,
han obligado a las madres a dejar los hogares y a sus familias en mano de quién
sabe qué personas, que cosas o estímulos. El trabajo de la mujer si bien ha
brindado oportunidades profesionales y personales maravillosas, también nos ha
forzado a desprendernos de la crianza de los hijos; para lo cual hemos de hacer
esfuerzos sobrehumanos que nos han convertido en tele-madres, pulpos que con un
sólo cerebro y dos brazos tratamos de abarcar más allá de nuestras
posibilidades. Esto se une a que la mayoría de los hogares dominicanos son
regenteados por madres solteras, la irresponsabilidad paterna que impera en
muchos de nuestros hombres hace que, al momento de la separación de la pareja,
también ellos lo hagan de sus hijos y, pretendan luego achacar el fracaso de la
crianza a la que, paradójicamente ha sido la única que la ha asumido.
Es
fácil juzgar desde fuera, hay que estar en los “pantalones” de muchas de esas
mujeres para respetar el tener que ser equilibristas y, con escasas fuerzas, poco
dinero, poco tiempo, mucho esfuerzo y desvelo lleven sus hijos adelante, sin la
presencia del progenitor.
Pero,
los
límites se han ido desvaneciendo en muchas otras áreas que no sólo es
la pareja ausente. Los límites hace tiempo que se han ido borrando por las
aspiraciones reales, que tenemos sobre el futuro de nuestros hijos. Muchos padres creen ciertamente que su
ausencia, puede ser llenada con “cosas regaladas”, pero lo peor es que esa
creencia se está justificando cuando se expone a chicos muy indefensos,
inmaduros y desconocedores a una avalancha de información, datas y gráficas de cualquier
tipo, descontrolada y feroz, a través del acceso sin control a la tecnología de
cualquier nivel.
Por
ejemplo, hemos visto a través de la televisión y otros medios y, desde hace
mucho tiempo, cualquier cantidad de “instrucción” sobre como armar un cigarro de
marihuana o inhalar otras cosas, instalar una bomba, planear un secuestro, una
artimaña engañosa, un ataque terrorista, un asesinato de cualquier nivel y
mucho más. Me dirán eso siempre fue así, pero, muchas familias tenían horarios,
controles parentales, que permitían “mantener a salvo de semejante exposición a
nuestros chicos”; en este momento, eso ha cambiado, no hay horarios…y aunque
los haya, ellos tienen en sus manos acceso libre a cualquier barbaridad,
incluso sin que nos demos cuenta. Así pues, justo en nuestras narices, pueden
hacer lo que quieran y aprender lo que deseen, o bien “desaprender” lo que no necesitan.
Lo
más preocupante no es sólo que eso les ocurra a los chicos y chicas de hoy, que
por su condición, edad e inmadurez son más vulnerables, lo peor, lo más triste
es que muchos padres participen de ese ensamblaje al cual nos han arrastrado,
dejándose llevar por una sociedad falsa, llena de exigencias vacías, que nos
hacen trabajar el doble y más para “consumir” y darles a nuestros hijos “lo que ellos no tuvieron”. Que
espantosa afirmación, que sórdida condición, alejarnos de valores reales para
caer en una carrera sin fin de “tener-tener”, llegando incluso a competir para
“romper ojos” a nuestros semejantes, por lo adquirido. No pensamos en el alto precio
que debemos pagar, para mantenernos en una pista de competitividad equívoca. Una
carrera materialista que nos deshumaniza, sin ni siquiera percatarnos.
Se siguen desvaneciendo los límites,
cuando no medimos las consecuencias. Cada vez veo más padres sobre todo padres
muy jóvenes, malformar a sus hijos, por ejemplo, preguntándoles: “Que quieres
cenar? En los supermercados, tiendas y restaurantes, usted los ve, apoyando que
sus crías se comporten como pequeños monstruos, ingobernables, hasta he vivido
como sus mismos padres declaran impotencia ante su crianza: “no puedo con este
muchacho”, “no sé qué hacer”, y al final se vive la gobernanza de los “locos
bajitos” como dice Joan Manuel Serrat. O peor les preguntas “Y fulanito(a)?” y
te declaran sin ningún bochorno “no sé” ...cómo no sabes dónde están TUS HIJOS?
Pero, se siguen desvaneciendo los límites,
cuando tras un afán “hedonista y/o egoísta”, incluso después de los horarios del
trabajo, en vez de volver a casa los
padres seguimos “nuestras vidas personales”, llenas de gimnasios, paseos,
diversión, bebidas, casinos, bailes, amistades y más, como “si ser padres incluyera horas o días libres”. Al parecer hemos
olvidado que el rol de Padre, Madre o Tutor es para toda la vida; y, en todo
caso, si usted no desea esa responsabilidad vitalicia, simplemente “no tenga hijos”, así de simple, porque
es este un fardo voluntario que en señal de madurez se asume entre dos; no son
nuestros hijos los que piden venir al mundo, por lo tanto, asuma su parte.
Por
otro lado, se han seguido desvaneciendo los límites, cuando en nuestra sociedad se
obtempera cada vez más a los graves delitos que se cometen, cuando la impunidad
nos hace impotentes, cuando no nos hacemos corresponsables de las cosas
positivas, se desvanecen los límites cuando no somos capaces de modelar la
conducta colectiva de una sociedad, hasta el punto de confundir lo “bueno con
lo malo” y premiar inconductas que son cada vez más descaradas y faltas de
moral, de probidad y valores humanos. Nuestros chicos están confundidos,
desviados y, han creído que es adecuado y honesto tener las “Cosas a como dé
lugar”, que los medios no importan siempre que se logre “ser exitoso”.
Por
eso esto ha desbocado en una sociedad clasista, enviuda en el tener, en el
bulto, en el allante, a la que no le importa quién eres, ni lo que hagas, sino
si posees lo que ellos, además, han descrito que “tú deberías tener”. Y eso lo
han asumido nuestros hijos, no importa si es producto del trabajo honesto o no
lo es, lo importante es tener esa jeepeta, ese último IPhone, lo último, “para
destacar”. Y por eso hay que endeudarse hasta la coronilla, para aparentar una
bonanza que ni en sueño, podemos mantener trabajando. Como nos está pesando
este nuevo modelo.
Pero
estamos desvaneciendo los límites,
cuando además estamos acostumbrándonos a adorar “falsos ídolos”, seres
despreciables, pero “de moda” …y nuestros hijos comienzan a imitar esos
comportamientos. Seres de plásticos que han cambiado hasta nuestra fisionomía
cultural con “modelos importados”, como dice Rubén Blades. Porque la
globalización trajo de todo en su barco, pero “de todo”. Por eso, esa sensación
de que hemos perdido nuestra querida RD…recibimos cualquier “clase de sujetos”
sin ni siquiera saber sus nombres o propósitos…pero, igual, personas de
cualquier recóndito rincón del país, sin haber recibido formación alguna, es
decir, sin haber “abierto los ojos”, descubren “el esplendor de sociedades avanzadas”
que les deslumbran y en menos tiempo de lo que se cree, logran cambiar su
personalidad y sus valores, por cajas de comida, ropas, bebidas, falsa bonanza
y más, haciéndoles hasta “cambiar de identidad”, normal!
Si
no, se siguen desvaneciendo los límites, cuando nos llegan visitas
indeseables, disfrazados de gente buena, y como seguimos “deslumbrándonos con
espejitos” nuestros apellidos ya son de cualquier fonética, porque al final,
“nuestras mujeres necesitan un hombre para sobrevivir”, como se ha dicho. ¡Qué
gran tristeza siento, qué impotencia! Estas “parejas internacionales” o no, son
en su mayoría, hombres mayores que no son amados, sino admirados por nuestras
niñas; se convierten en tabla de salvación para las chicas pobres de nuestros
barrios. Y ahora más que se “elogia y
fomenta esa decisión hasta en comerciales”. Esas niñas son literalmente “vendidas por sus padres” que ven esta
penosa situación como tabla de salvación de la familia, a una pobreza abyecta
que no hemos aprendido a superar: sin opciones, nuestras niñas son caldo de
cultivo de viejos depravados, que mienten a sus propias condiciones físicas y
alteran con alcohol sus condiciones mentales, yendo al gimnasio, haciéndose
cirugías o tomando pastillas para “sentirse” hombres capaces, “con la
maravillosa complicidad de sus suegros”…triste muy triste (ver link “La
Peor Novela del UNICEF:https://www.google.com.do/search?q=la+peor+novela&oq=la+peor+novela&aqs=chrome..69i57j0l5.2903j0j7&sourceid=chrome&ie=UTF-8_
Pero
seguimos desvaneciendo los límites,
cuando cada vez más hacemos mayor culto a una belleza fabricada, falsa, en
las nalgas, senos, pelo, pestañas, uñas o cualquier artilugio que sirva para
“hacernos sentir seductoras” y poder salir a la caza de cualquier oportunidad, que nos liberará. Sobre todo, si ese
es el “modelo de belleza” que ellos esperan o admiran, pues se les van los ojos
detrás de una “chica plástica” y vuelvo a recordar a Rubén Blades.
Pero,
seguimos desvaneciendo los límites, cuando apoyamos una disque “música”
que desvaloriza a la mujer y nos incita dar sentido a la vida sólo si tenemos
sexo constante, duro, con posibilidad de ser “felices los cuatro”. Forzando a
los muchachos a una falsa virilidad, imposible de mantener y entonces hay que
tomar “otra pastilla”, o una botella líquida para poder “seguir bebiendo porque
me guta esa vaina”… o mejor, invitar a las chicas a que si “él no te resuelve”,
lo hagas tú “con tu amigo en el baño”. Promoviendo una falsa sexualidad, sin
amor, sin respeto y sin sentido, como vicio que les hace sentirse cada vez más
vacíos, son llevados a “cosificarse” y deberán entonces buscar la razón de sus
vidas en las drogas, desvaneciendo los
límites, hasta quedar abandonados en la tristeza, depresión, falta de razón
y futilidad que les guía hasta la misma muerte.
Todos
estamos muy forzados con el estilo de sociedad actual, las personas que
hablamos de seriedad, de honestidad, los que trabajamos durísimo, los que no le
debemos un chele a nadie, los que madrugamos y nos desvelamos, los que peleamos
con lo mal hecho… somo los mal vistos. Porque debes sumarte al proceso de
descomposición, si no estás “quedao, totao, viejo o pasao” … si no dejas, por
ejemplo, salir a tus hijos en condiciones seguras, eres retrógrado. Pero, al
final, ¿cuál es la verdad? Tuve que pasar por muy malos ratos, hasta que mis
hijos crecieran, comprendieran y conocieran la verdad. Los verdaderos padres, los
reales, los comprometidos y preocupados, los que forman a sus hijos porque los
aman y quieren que sean personas de bien en el futuro, sobre todo realizados y felices;
estamos compelidos a pelear con fuerza con este modelo que está arrancándonos a
nuestras mujeres, pero peor aún a nuestras niñas.
La
violencia nos arropa y éste es el mejor momento para enfrentarla, para detenerla.
Con 30 años de atraso, debemos volver A NUESTRA
FE EN DIOS, debemos REGRESAR A LA FAMILIA, debemos VOLVER A CASA, al amor
real, a los verdaderos valores. Es el momento ideal para repensar en las que, y
los que se han ido, y tomar acción sobre el futuro, para que situaciones tan desgarrante
como las vividas, no se repitan.
Para
evitar que sigamos desvaneciendo los límites,
debemos detenernos en el “sí importa” que hemos olvidado; logrando
que las familias se recompongan, retomar la disciplina los buenos ejemplos, con
hábitos simples a retomar, que los niños tiendan su cama, se acuesten temprano,
que los padres sepan dónde y con quien están, que todos sepamos donde estamos
todos y todo el tiempo, que nunca nos alejemos de las personas buenas, que el
noviazgo vuelva a ser un espacio de conocerse, no de tener sexo sin control, que
comamos en la mesa, que retomemos la conversaciones familiares para que las
madres y los padres, puedan aconsejar a sus hijas e hijos, cuando se les
revuelvan las hormonas de la forma más naturalmente esperada.
Que
podamos recuperar esa nación perdida, que podamos entender que lo material es
sólo eso, un espejismo que no funciona si dentro de quien lo recibe, no hay
ALMA. Que nuestros hijos sean educados en la fortaleza moral, espiritual y el
discernimiento, que les permita tomar decisiones inteligentes ante los retos de
la vida…pero, sobre todo que puedan decir NO, cuando así lo necesiten.
Hace poco el Listín Diario publicó que, en la República Dominicana entre los años 2005 y 2016 hubo 1,166 casos de feminicidios en el país, según estadísticas de la Procuraduría General de la República (PGR), y que en los primeros seis meses de 2017 van 43 mujeres asesinadas, con lo que el dato se eleva a 1,159. Por igual, al hablar de “agresión sexual”, la Procuraduría reporta 1,505 víctimas y de éstas, el 87.5 % fue del sexo femenino, a enero del 2017. Y eso que no habían muerto las casi 30 de septiembre y octubre…
Evitemos seguir siendo cómplices de este desvanecimiento
de los límites, volvamos a ser padres y
madres responsables, mejor que nos odien temporalmente en su adolescencia, a
tener noticias funestas e irreparables para toda la vida. Insistamos en una sociedad limpia, justa,
organizada, en paz…en la que nuestros hijos puedan ir al cine sin sobresaltos.
Si no lo hacemos hoy, si no lo hacemos ahora…seguiremos teniendo (Y Dios nos
libre) muchas Emely, Kimberly, Karla Massiel muchas y muchos otros más.
Eduquemos, controlemos, exijamos como sociedad nuestros derechos a
justicia como lo han hecho muchas comunidades. ¡Busquemos modelos sanos de
ejemplos para nuestra población!
¡VOLVAMOS A
CASA, LOS BUENOS SOMOS MAS!
¡El Señor proteja esta nación, hoy y siempre!
* Desvanecimiento: “Desaparición de una cosa que se produce poco a poco o
con lentitud” Diccionario Larousse
**Límite: Punto o línea que señala
el fin o término de una cosa no material; suele indicar un punto que no debe o
no puede sobrepasarse. Diccionario Larousse
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